Hay que impulsar empleos estables y salarios dignos para reactivar el consumo y la economía

La baja inflación permite una política económica expansiva


► UGT considera que hay que aprovechar la baja inflación para llevar a cabo políticas económicas expansivas, que permitan reactivar el consumo, la economía y el empleo.

► Demanda que el gasto público continúe permitiendo sostener las rentas y el tejido empresarial, y que se mantengan los ERTEs en las empresas y actividades que lo precisen y el tiempo que sea necesario.

► El sindicato exige derogar ya los aspectos más lesivos de la reforma laboral para que se recupere la ultraactividad de los convenios, la prevalencia del convenio de sector sobre el de empresa y se regule la subcontratación. Unas primeras medidas que deben abrir paso a una nueva normativa laboral que no se base en empleos precarios, temporales y de bajos salarios. Porque si nuestro mercado de trabajo sigue siendo frágil y los puestos de trabajo volátiles, la recuperación social y económica que precisa nuestro país no será posible.

Hoy el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado los datos correspondientes al IPC del mes de agosto. Este es ya el quinto mes consecutivo en el que el índice de precios de consumo muestra un valor negativo. Concretamente en este agosto se trata de un -0,5%, una décima por encima del valor obtenido el mes anterior.

Sin embargo, la variación mensual que presenta este indicador es de un 0,0%, es decir, que no ha habido cambios respecto a los precios del mes anterior. Las causas que justifican que los precios mantengan esta tendencia a la baja, en términos comparativos con el año pasado, se pueden encontrar en los bienes energéticos, que han mantenido sus precios muy por debajo respecto al mismo período del año anterior aun en agosto.

Pese a que los precios de la electricidad y de los combustibles fósiles han crecido respecto al mes anterior su crecimiento no ha sido capaz de contrarrestar los descensos que han sufrido a lo largo de los últimos meses, sobre todo cuando la actividad económica se paralizó de manera casi global.

Si analizamos la evolución que ha sufrido, por ejemplo, el mercado de electricidad minorista se puede ver que en el mes de agosto sus precios crecieron un 2,5% respecto a julio. Mientras que si se analizan sus precios respecto a agosto de 2019 se ve que han sufrido un descenso de casi un 10%. Algo similar ocurre en el mercado del crudo. Tomando los precios el barril de Brent como referencia de este mercado se puede apreciar como el precio de éste ha subido en el mes de agosto, en términos intermensuales, un 3,3% pero si tomamos la tasa interanual la caída es de un 23,1%.

Lo que ha mantenido el IPC anual en valores negativos son, por lo tanto, los bienes energéticos. Otro indicador que es preciso examinar es la inflación subyacente, que excluye tanto los productos energéticos como los alimentos no elaborados. Ésta fue de un 0,6% el mes pasado, siendo el valor más bajo registrado desde junio de 2016. Este mes de agosto ha vuelto a reducirse, en este caso han sido dos décimas, lo que coloca la inflación subyacente en una tasa anual del 0,4%. Es el segundo mes consecutivo que desciende la inflación subyacente que  se acerca a registros prácticamente deflacionarios.

El efecto en los precios de la COVID

El INE continúa publicando los datos correspondientes a los grupos especiales COVID, distinguiendo entre bienes y servicios. Según la información publicada hoy el grupo especial bienes COVID-19 registra una tasa anual del 1,7%, una décima menor que la que obtuvo el mes pasado. Sin embargo, la variación mensual respecto al mes de julio ha sido prácticamente nula, un 0,1%. El principal motivos de este crecimiento en términos interanuales es el precio de algunos productos frescos.

En contraposición, el grupo especial servicios COVID-19 se sitúa en este mes en una tasa anual de -2,1%, ocho décimas por encima de la registrada en el pasado mes. Este crecimiento se debe fundamentalmente al crecimiento de los precios de la electricidad, que se explicaban con anterioridad. Su incremento respecto al mes anterior ha sido menor, únicamente de un 0,2%.

El escenario de baja inflación persiste y da pie a políticas económicas expansivas

La inflación que se ha registrado a lo largo de los últimos meses, junto con las previsiones que se manejan para este 2020 allana el camino para una política monetaria y fiscal expansiva que permita reactivar la economía. Este 2020 parece que va a terminar con un índice de precios de consumo en deflación lo que, según las previsiones existentes para el año que viene, parece indicar que los precios se irán recuperando ya a lo largo de 2021, pese a que sus incrementos vayan a ser similares a los experimentados en los últimos años.

Esto implica que un aumento del gasto público para sostener las rentas, el tejido empresarial y, por ende, la actividad económica tendría un mayor efecto. El ejemplo más claro se encuentra en los ERTEs, respecto a los que UGT es clara: se deben mantener los ERTEs hasta que sea necesario para sostener las rentas y evitar la mayor pérdida de empleo posible. Además, el efecto más positivo que se puede encontrar en esta situación es que la baja inflación, o incluso la deflación, es una ventaja para poder recuperar la capacidad adquisitiva de los hogares, que se vieron afectados desde la pasada crisis económica.

Y para revertir las situaciones más perniciosas que han provocado esta crisis, y los problemas endémicos de nuestra economía, UGT entregó en la comisión de Reconstrucción Social y Económica del Congreso el documento ¨Un país con futuro. Propuesta sindical para la construcción de un nuevo país¨, detallando las políticas que consideramos más urgentes y necesarias para reformar nuestra economía.

Junto a esta medida, teniendo en cuenta el escenario dibujado, tendremos que hacer un uso eficiente de los fondos europeos que recibiremos para este menester. El plan ¨Next Generation EU¨ será una pieza fundamental de nuestra recuperación para que sea en las mejores circunstancias y lo antes posible. UGT considera que estos fondos europeos, pese a insuficientes, deben tener un claro fin de progreso, es decir, deben incrementar la capacidad productiva, tener un fuerte componente social y destinarse de manera prioritaria hacia proyectos que favorezcan la situación de los más desfavorecidos. Esto pasa por una condición sine qua non que compartimos con la Confederación Sindical Europea (CES), que exista una solidaridad europea que distribuya las responsabilidades, al haber impactado la crisis sanitaria en todos los países.

Pero, como hemos mantenido desde el inicio de la pandemia, la prioridad es aplacar los problemas sanitarios para poder retomar los niveles de actividad previos a la COVID-19. Entornos seguros en las aulas o en los puestos de trabajo son sumamente necesarios para una recuperación económica exitosa.

Además, es el momento de legislar las situaciones menos comunes anteriormente para poder estructurar la nueva normalidad, a la que nos vemos sometidos, de una manera justa. Una ley sobre el Teletrabajo que recoja las particularidades de éste y que impulse esta modalidad laboral sería muy positivo para sentar las bases del futuro que, por las circunstancias sanitarias, ha llegado antes de lo previsto.



Valoración de Gonzalo Pino, Secretario de Política Sindical de UGT